Entrevista a José María Failde, Doctor en Psicología y profesor de la Facultade de Educación e Traballo Social del Campus de Ourense, y secretario de la Sociedade Galega de Xerontoloxía e Xeriatría.

Coordina la puesta en marcha del programa de ‘Doutoramento en Ciencias Sociais e Envellecemento’, una iniciativa en la que participan las tres universidades gallegas y dos portuguesas. En esta entrevista habla de esta formación, así como de otros temas relevantes sobre el envejecimiento y su enfoque psicosocial.

El próximo curso comenzará en el Campus de Ourense un nuevo programa de doctorado en Ciencias Sociais e Envellecemento ¿qué características tiene?

Es un programa de doctorado interuniversitario e internacional, en el que participan cinco universidades, las tres públicas gallegas, la de Coruña, Santiago y Vigo, y dos portuguesas, la de Porto y la de Trasosmontes.

Este programa surge ante la necesidad que genera una situación demográfica muy parecida entre los dos países. Por un lado, España y Portugal son países muy envejecidos y, por otro, ni en el norte de Portugal ni en Galicia había ningún programa sobre envejecimiento, por lo que consideramos importante poner en marcha un doctorado  que fomentara el objetivo de la ONU y de la OMS de promover el envejecimiento activo y saludable.

En este sentido, el objetivo general de esta formación es demostrar que, tanto a nivel de investigación como de intervención, la experiencia individual del envejecimiento depende no solo de una serie de factores sociales sino también de unos factores biológicos y picosociales. Es decir, lo que pretendemos es estudiar el proceso de envejecimiento desde una óptica multidisciplinar.

¿Qué pasos se dieron para ponerlo en marcha?

Este programa nace dentro de un proyecto internacional que se llama UNIF, Universidad Sin Fronteras, y cuyo objetivo era organizar entre universidades del norte de Portugal y Galicia una serie de acciones formativas. De este proyecto también nació un programa de Doctorado en Matemáticas, dos masters y este doctorado  sobre envejecimiento que surgió, como comenté antes, ante la necesidad de dar respuesta a una realidad compartida, el envejecimiento y los retos sociales que plantea esta transición demográfica que estamos viviendo. El envejecimiento supone una conquista social pero también plantea una serie de desafíos y desde la investigación queremos contribuir a la mejora de la calidad de vida de las personas mayores.

¿Cuáles son las líneas de investigación en torno a las cuales se desarrollará?

El programa cuenta con unos cien investigadores integrados en cinco grandes áreas temáticas que son: envejecimiento poblacional y aspectos demográficos;  calidad de vida y envejecimiento activo; diversidad funcional en el envejecimiento, innovación social y tecnología; género, desigualdades sociales y envejecimiento; y el impacto socioeconómico del envejecimiento, la organización social de los cuidados y las políticas públicas.

La tarea principal que tienen los investigadores es orientar las tesis doctorales y abrir líneas de investigación que contribuyan a aportar conocimiento, para luego transferirlo a la sociedad. Por lo tanto, van a tener una tarea docente, y también van a orientar la investigación, en línea con sus intereses profesionales.

 ¿Cómo se va a desarrollar la formación?

El programa tiene una parte de formación no presencial que se realizará a través de una plataforma de teledocencia. Una de las acciones formativas lleva por título ‘Envejecimiento y ciencias sociales, desarrollos teóricos y metodológicos y temas de estructuración’ que tiene una duración de seis ECTS y es de carácter obligatorio, es común para todos los doctorandos, quienes deben cursarla en el primer año del doctorado.

Después los estudiantes tienen que elegir al menos dos seminarios entre cuatro posibles. Estos tienen una duración de tres créditos ECTS. Es decir, la formación total es de 300 horas, 150 horas del seminario transversal y otras 150 hora correspondientes a los dos seminarios optativos. Esto se cursa el primer año.

 ¿Cuál es el perfil de profesionales a quienes se dirige esta formación?

El programa está abierto a cualquier titulado, independientemente de su perfil de formación, especialmente va dirigido a las ciencias sociales pero está abierto a ramas biomédicas también,  como la medicina, y a profesionales de otros campos, lo que se pretende es completar su formación. Por tanto, el programa se direcciona a graduados en Psicología, Sociología, Medicina, Ciencias Sociales, profesionales sociosanitarios, etcétera. Lo que pretendemos es formar Doctores que tengan interés en el ámbito de la investigación en envejecimiento o que quieran especializarse en otras áreas como la consultoría, los servicios financieros, ONG, organizaciones culturales, etcétera.

¿Cuáles son los principales retos que nos plantea hoy en día el envejecimiento?

El principal reto, desde mi punto de vista y mi óptica como psicólogo es la necesidad de mejorar el conocimiento sobre los procesos de envejecimiento que tiene la sociedad en general y, desde luego, la primera tarea pendiente es aprender a envejecer. Desde que nacemos, vamos interiorizando una serie de estereotipos negativos sobre el envejecimiento que derivan en una visión sobre este proceso muy negativa. Es fundamental deshacer esa imagen y reescribirla nuevamente desde un enfoque objetivo, como es la realidad de lo que significa envejecer, que es una etapa más en la vida, en la que hay déficits pero también hay oportunidades de crecimiento.

Además de este, hay otros retos y desafíos sociales que plantea el evejecimiento, tales como el sostenimiento del estado de bienestar, la mejora de las prestaciones, garantizar la salud, la seguridad y el bienestar social, fomentar la participación social y contribuir al envejecimiento activo, estudiar el impacto de la Silver Economy… etcétera. A todo esto hay que dar respuesta.

Por lo tanto, esa tarea de aprender a envejecer requiere el compromiso de varios sectores, empezando por el sistema educativo, para inculcar ese concepto a los alumnos desde pequeños.

Efectivamente, el propio paradigma del envejecimiento activo a veces se entiende mal, y se relaciona con una persona mayor que se mantiene físicamente activa. Pero el envejecimiento activo significa aprender a vivir con más salud desde los primeros años de la vida. Por lo tanto, tiene que ver con nuestro proceso de desarrollo a lo largo de toda la vida, y con la promoción de la salud desde los primeros años hasta que envejecemos.

Por eso hay que educar desde la base e inculcar esa nueva visión del envejecimiento. Si bien es cierto, que la percepción del envejecimiento y la vejed ha ido cambiando a lo largo de la historia, se hace necesario erradicar los estereotipos y atender a las necesidades derivadas de los cambios sociales.

Y el edadismo, ¿está creciendo en la sociedad?

No sabría decir si ha ido creciendo, aunque sí es cierto que desde hace muchas décadas, prevalece el concepto de la juventud como valor frente a la vejez que se asocia con deterioro. Esto se refleja no solo en los medios de comunicación, donde se invisibiliza a las personas mayores, sino también en la sociedad en general, puesto que a las personas de más edad se les da menor relevancia. El adadismo se materializa en el día a día de modo sutil.

El edadismo es la discriminación por edad, todas las edades sufren en mayor o menor medida algún tipo de discriminación, si a los jóvenes se les estereotipa como alocados o poco reflexivos, a los mayores, se les aplican otros estereotipos negativos como lentitud, dificultad de comprensión, enfermedad,… y esto no es cierto. El edadismo aplicado a las personas mayores, se denomina ‘viejismo’, que según Tobert Butler se refiere al proceso de estereotipia y discriminación dirigidas a las personas mayores, solo por el hecho de tener una edad más avanzada. Aquí hay mucho terreno para reeducar a la sociedad. Pues como son actos de discriminación muy sutiles, ni siquiera somos conscientes de ello cuando tenemos actitudes de este tipo.

El edadismo está presente en todos los actos de la sociedad, en como nos referimos a los mayores, en la toma de decisiones dentro de la propia familia, en el sistema sanitario, en la hablageria o en la actitud paternalistas hacia las personas mayores. Y ese trato discriminatorio o paternalista es erróneo. Así, por ejemplo, la ciencia demuestra que a mayor edad, tenemos mayor capacidad de resiliencia, mayor capacidad de afrontamiento al estrés y, en general, mejor salud mental.

Todo esto que hablamos de las actitudes edadistas que hay en la sociedad, en nuestro día a día, ¿crees que influyeron en los errores que  se cometieron durante y en los que seguimos cayendo durante la pandemia en relación con la atención a los mayores?

Yo creo que sí. Todo esto lleva implícito algo de lo que no se habla pero que está ahí, y es que parece que la vida de una persona mayor tienen menos valor que la de un joven o un niño, y eso es un disparate. Todas las vidas tienen valor, y creo que en la pandemia las personas mayores fueron claramente discriminadas en materia sanitaria. Y también fuimos testigos de otro hecho, que si eres mayor y además vives en una residencia, incluso, tu vida parece tener menos valor. A este grupo social se les abandonó en las residencias y hay datos objetivos que lo demuestran, tales como las cifras de muertes que se produjeron, los déficits que se detectaron en du atención y la cantidad de errores cometidos. Espero que algún día se ponga negro sobre blanco y se reflexione sobre este tema, para que nunca más vuelva a suceder.

¿Se da suficiente importancia al bienestar emocional de las personas mayores?

El problema es que la mayoría de la investigación que se realiza está siendo enfocafa desde una perspectiva correctiva, no desde la promoción de la salud, lo que proyecta una visión negativa de este aspecto.

Los profesionales del ámbito biopscosocial, especialmente los del biomédico y del psicológico, hemos tenido mucha más formación en patología que en promoción de la salud. Por lo tanto, enfocamos la investigación resaltando lo negativo, la prevalencia de la soledad, de los malos tratos, etcétera. En segundo lugar, se hace mucha investigación con personas mayores institucionalizadas y esto da como resultado un incremento de la prevalencia de trastornos mentales y físicos.

Por otro lado, los medios de comunicación amplifican esa visión negativa, que habría que filtrar y vontrastar, para enfocarlos de forma tan negativa, ni tan sobredimensionada. Un ejemplo, para constatar lo erradas que están las representaciones sociales sobre el envejecimiento, lo muestra un ejercicio que hago muy habitualmente con mis alumnos de grado y postgrado, que consiste en preguntarles que tanto por ciento de personas mayores creen que están institucionalizadas, las cifras que dan son en torno al 20, 40 o 50 por ciento, cuando sabemos que este porcentaje no llega al 5 por ciento. Y esto mismo se puede extrapolar a otros ámbitos, la sociedad tiene una visión más patologizada del envejecimiento y más negativa.

Háblanos de tu trayectoria.

Comencé estudiando Psicología en la Universidad de Santiago, y lo compatibilicé con Criminología, aunque nunca llegué a ejercer en esta rama. Mi tesis doctoral la realicé sobre la evaluación de funciones neurocognitivas en pacientes con infección por VIH-1. En ese momento comencé a trabajar como psicólogo, en colaboración con Cruz Roja, coordinando diferentes programas que tenían que ver con el tratamiento de las drogodependencias y la infección por VIH/SIDA. Esto lo compaginaba con mi actividad docente e investigadora en la universidad de Vigo, en calidad de profesor asociado. A partir de este año, me dediqué a tiempo completo a la docencia universitaria, que seguí compaginando con la formación de profesionales sociosanitarios en diferentes ámbitos VIH/SIDA, adicciones, gerontología…

La parte neurocognitiva siempre me llamó la atención y así me fui vinculando al tema del envejecimiento.

A esto se sumó que hace unos 20 años fui a hacer una estadía a la Universidad de la Laguna, donde coincidí con una catedrática que trabajaba temas de envejecimiento y a partir de ahí comencé a trabajar más a fondo sobre este tema.

Yo ya era socio de la Sociedade Galega de Xerontoloxía e Xeriatría y además, coincidí como compañero de despacho en la universidad de Vigo, con Miguel Ángel Vázquez, con quien compartía intereses sobre la formación y consultoría para el personal sociosantiario en el ámbito de las residencias y los centros de día, luego lo llevamos a la investigación.

Y así, poco a poco, me fui metiendo en proyectos de gormación e investigación relacionados con actitudes viejistas, el envejecimiento activo, etcétera.

En 2020, la vicerrectora de Responsabilidad Social, Internacionalización y Cooperación de la Universidad de Vigo contactó conmigo para pedirme que me encargase de coordinar y elaborar la memoria del programa de doctorado internacional sobre “Ciencias Sociales y Envejecimiento” En abril de 2020 comencé  a realizar la memoria y a desarrollar todo el trabajo previo para desarrollarlo. Este fue aprobado en agosto de 2021 con intención de implantarse en el curso 2021-2022 pero finalmente decidimos arrancarlo en el curso 2022-2023, debido a que las universidades portuguesas no consiguieron sus habilitaciones hasta septiembre de 2021.

Recientemente, hemos publicado dos artículos sobre envejecimiento:

 

Autora: Cristina Villanueva

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