In Actualidade, Envejecimiento activo, Envejecimiento saludable

De izquierda a derecha: el pte. de la SGXX, Miguel Ángel Vázquez, la delegada territorial de la Xunta en Vigo, Yolanda Lesmes y el pte. de CONJUPES, Vicente Sanz

Miguel Ángel Vázquez en un momento de su ponencia con el presidente de COGAMA, José Luis Piñeiro

José Luis Piñeiro y Miguel Ángel Vázquez

El congreso de CONJUPES reunió a más de 200 personas

 

(Victor Sariego, 21/4/2017).- El presidente de la Sociedade Galega de Xerontoloxía e Xeriatría (SGXX) Miguel Ángel Vázquez Vázquez acaba de ser galardonado este viernes en Vigo con el IV Premio Nacional Conjupes por su “dedicación profesional a la geriatría y gerontología, así como su labor de mejora de calidad de vida de las personas mayores y por su colaboración y participación desinteresada con entidades del sector, como la propia CONJUPES” que le ha concedido esta distinción, por unanimidad de su Junta Directiva, con motivo de su II Congreso Nacional. Un foro de encuentro entre jubilados/as y pensionistas de toda España y debate de profesionales de reconocido prestigio en el sector de la atención a las personas mayores celebrado en Vigo durante el pasado 21 de abril.

Vázquez manifestó que “es todo un honor recibir este premio, mucho más por llegar de quien llega, CONJUPES, con quien estoy encantado de colaborar como he hecho desde hace años”. Un galardón, dijo humildemente, “que quizás no merezca, pero que agradezco y valoro de corazón”.

La delegada territorial de la Xunta de Galicia en Vigo, Yolanda Lesmes entregó este premio al presidente de la SGXX que impartió previamente una conferencia en la que expuso la teoría del gerontólogo y biólogo Aubrey de Grey de que la vejez no es una etapa vital, sino una enfermedad, que se puede tratar y curar.

La vejez como enfermedad

Vázquez comentó que existe un profundo fenómeno de revisión del concepto de envejecimiento cuya principal teoría es que, la vejez ya no depende de la genética ni del ambiente, sino de la nueva ciencia y, sobre todo y en gran parte de cada uno de nosotros: “somos responsables de nuestro propio envejecimiento”, indica, “una enfermedad, a tenor de esta nueva teoría que podemos prevenir, tratar y abordar para vivir más y mejor”.

Hasta ahora el envejecimiento “se definía como un proceso irreversible e universal, biológico, que afecta a todo el mundo y de igual manera” prosigue, “continuo, intrínseco al ser humano y heterogéneo, que depende del ambiente y del estilo de vida”. Ya que, explica, “los genes no los podemos elegir –aunque solo de momento, advierte- ni tampoco el ambiente, el entorno o el cómo vivimos, factores que, tradicionalmente eran los condicionantes del envejecimiento en todo el mundo”.

Todo esto está cambiando y en constante revisión, expone Vázquez: “el proceso de envejecimiento se encuentra en un profundo proceso de revisión como fenómeno natural” lo que supone que “la imagen de la vejez va a cambiar y los esfuerzos y recursos de todo tipo, incluso económicos y políticos se deben dedicar entonces no a evitar la muerte, sino a prevenir y tratar la enfermedad y no preocuparnos de vivir muchos años, sino vivirlos satisfactoriamente”.

Muchas teorías científicas actuales, añade, intentan explicar este cambio de paradigma porque, aseguró, “los últimos estudios demuestran que no todos envejecemos de la misma manera. Envejecer depende de nosotros y de nuestro modo de vida”. Ya en septiembre de 2.000 un estudio anunció que en breve superaremos los 140 años por definición. Y es que, insistió, “la barrera de los cien años, indudablemente va a caer en breve tiempo”.

Nueva ciencia del envejecimiento

Entre la multitud de investigaciones científicas que analizan el envejecimiento se encuentra la del límite vital de Leonard Hayflic: los límites del envejecimiento está en los genes, en los telómeros, extremos de los cromosomas relacionados con ciertas células y el ADN. Otras teorías dicen que las células sufren daño o variaciones por el ambiente, la alimentación, el modo de vida o debido a que la inmunología cambia y esto nos hace vulnerables a ciertas enfermedades, sobre todo las cardiovasculares, primera causa de muerte en todas las sociedades modernas.

Así que, si la ciencia logra intervenir en estos parámetros, conseguirá modificar el envejecimiento. No sólo prolongando la vida, sino otorgándole más calidad.

¿Qué más factores tiene en cuenta la ciencia moderna para ello?: “Antes se representaba a la gente rica y privilegiada con puros y gordura. Hoy es al revés” subraya Vázquez, “la gente con buenos hábitos de vida vive más y mejor”. Aunque no hay grandes claves para envejecer bien según los modelos tradicionales, sí que existe consenso en que la alimentación sana, la actividad física, o las relaciones sociales, poseer razones para vivir y las ganas de vivir “ayudan a envejecer bien. Tener ganas de vivir y estar satisfecho con cómo se vive, la felicidad alargan la vida, señala, el voluntariado entre las personas mayores, por ejemplo está demostrado que alarga la vida una media de siete años y media para quien lo ejerce”.

Pero, más allá de esto, ¿qué es lo que se encuentra demostrado que prolonga la vida? se pregunta este experto?: la restricción calórica, “pasar un poco de hambre, tomado esto con muchos matices” dice. Algo que ya demostró en 1935 el científico Clive McCay. De hecho varios laboratorios y farmacéuticos trabajan en la búsqueda de mecanismos moleculares que funcionen de forma similar a lo que ocurre cuando pasamos hambre. “Así viviríamos un 30 por ciento más”.

Medicina genómica

También hay genes de ciertos animales, que ya están identificados, hasta siete, que tienen que ver con el envejecimiento. Los animales que no los tienen, viven menos. En ese sentido, multitud de empresas de todo el mundo experimentan en la actualidad con la implantación de dichos genes en otros animales con la intención de hacerlo con los seres humanos en un futuro.

Esto es la medicina genómica que está revisando pues todos los criterios que definían hasta ahora el envejecimiento que “ya no es universal” señala Vázquez, “no se envejece de la misma forma en todos los países”. “Tampoco es un fenómeno irreversible: las capacidades respiratorias y otras funciones biológicas, por ejemplo, se pueden recuperar, lo mismo que ocurre con otras enfermedades, si bien los fármacos que se investigan, aún no están diseñados al completo”.

Según esta nueva teoría el envejecimiento tampoco es intrínseco al ser humano: “si hay seres que llegan a los 400 años, como la ostra, la almeja o la tortuga, por qué no los humanos”. Ni heterogéneo: “trabajar con el cerebro se pueden conseguir y recuperar capacidades cognitivas propias de los treinta años” afirma el geriatra, lo que permite a esta teoría establecer que el deterioro cognitivo y las demencias son resultado del estilo de vida y no de la vejez.

“Por eso no podemos atribuir todo a la vejez” dijo el geriatra gallego, “no podemos creer todo lo que se le atribuye”. La cuestión añadida que se plantea, estima, “es saber si se puede alargar la vida y su calidad y prolongar los años de vida. Con el conocimiento genético que existe ahora, esta nueva teoría se plantea seriamente casi hasta la inmortalidad” avanza.

Cambios necesarios en la vejez

En ese sentido el presidente de la SGXX mencionó los estudios e investigaciones publicadas en la revista científica Nature donde se anuncia esta proximidad a la inmortalidad y la labor de Google, en concreto con la empresa Alfaret en su centro de investigación de Silicon Valley donde, con un presupuesto de millones de dólares, se ha probado recientemente un primer fármaco que reduce el envejecimiento y hace reversible la degeneración celular.

Lo que sí tiene que transformarse profundamente, concluyó Vázquez, es la imagen y el modelo que se tiene de la vejez y del envejecimiento: “aún persiste en nuestra sociedad una imagen negativa e irrespetuosa con todo lo que tiene que ver con la vejez”. Estereotipos y prejuicios sutiles, pero muy poderosos, establecidos y enraizados en nuestra sociedad del tipo de expresiones “que joven te veo” como si ser viejo, se lamenta, “fuera malo, una condena o un insulto”.

© Víctor Sariego

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