Entrevistamos al doctor Jesús Pérez Nellar, Ex-Jefe del Servicio de Neurología y Profesor Titular de Neurología del Hospital Hermanos Ameijeiras con motivo de su participación en el 31 Congreso Internacional de la Sociedade Galega de Xerontoloxía e Xeriatría, donde impartirá una conferencia-coloquio titulada «Deterioro cognitivo leve en atención primaria: diagnosticar y tratar».
1. Usted estaba de neurólogo en el prestigioso hospital Hermanos Ameijeiras de La Habana y ahora trabaja, también como neurólogo, en un hospital de referencia en Qatar. Quería preguntarle, ¿qué diferencias hay en la patología de las personas mayores en ambos países?
En 1984, con 22 años, llegué a Etiopía para completar el internado e iniciar mi práctica profesional como Médico General. En África, muy temprano, entendí la importancia de la geomedicina. En un país donde la expectativa de vida no llegaba a los 45 años, una persona de 50 años parecía un anciano, un superviviente de grandes batallas contra la tuberculosis y la malaria. Pude entender la dicotomía edad biológica/edad cronológica que más tarde me explicó mi compadre Enrique Vega, uno de aquellos internos cubanos en Etiopía, quien se convirtió después en un prominente geriatra. Estábamos tan ocupados en matar a los microbios que no tenía mucho sentido aplicarlos modernos conceptos de evaluación funcional y enfoque multidisciplinario que una especialidad emergente, la Geriatría, comenzaba a desarrollar.
En 1987 regresé a Cuba, donde desarrollé una carrera profesional como Neurólogo. Cuba tiene un comportamiento socio-sanitario peculiar, ya que con muy limitados recursos económicos, goza de indicadores sanitarios similares a los países industrializados. Una larga expectativa de vida, baja fecundidad, mínima mortalidad infantil y gran flujo migratorio de los jóvenes, condiciona una población envejecida en la que predominan las enfermedades crónicas no transmisibles. Una frase atribuida a un antiguo ministro de salud cubano resume el hecho: “los cubanos vivimos como pobres, pero morimos como ricos”. Las enfermedades cerebrovasculares, demencias, parkinsonismo y otras condiciones neurológicas, cuya frecuencia se incrementa con la edad, constituyeron el grueso de mi práctica profesional y motivo de interés investigativo y colaboración con colegas geriatras. Mis enfermos cubanos comúnmente tenían diversas comorbilidades y requerían dedicar un tiempo importante a su educación y a la reconciliación de los medicamentos que utilizaban para condiciones diversas. Eran pacientes con los típicos problemas de salud que pueden verse en España, aunque en un contexto clínico diferente, con recursos muy limitados.
En 2014 cambio a un contexto geográfico y médico diferente. Del caribe habanero al desierto lujoso de Qatar, un país de sólo 11,000 kilómetros cuadrados y unos 2 millones de habitantes, de los cuales sólo 12 % son Qatarís. La mayor parte de la población está formada por expatriados en edad media de la vida, que trabajan en la industria del gas y del petróleo, en los servicios, así como en labores constructivas, muchas relacionadas con la infraestructura del mundial de fútbol del año 2022. De manera que en la mayoría de los enfermos que atiendo en Qatar están en edad pre-geriátrica. En Qatar menos del 5 % de la población supera los 65 años, la mayoría son nacionales, que sufren las típicas enfermedades de la tercera edad en un contexto sociocultural caracterizado por familias numerosas que veneran la figura del anciano. Los pacientes cuentan con numerosos cuidadores entre familiares y empleados domésticos y el sistema de salud está muy bien dotado y ofrece cuidados crónicos de gran calidad.
2. Como neurólogo, ¿qué consejos le puede dar a los profesionales que se encuentran con pacientes con deterioro cognitivo leve en su consulta ambulatoria o en su actividad profesional?
1. Que den crédito a toda queja cognitiva o conductual sobre su paciente independientemente del origen y nunca le resten importancia o la atribuyan al envejecimiento normal.
2. El deterioro cognitivo es un problema común en los ancianos. Sean proactivos, durante cada consulta, de la misma forma que chequea otros problemas frecuentes como la presión arterial o la glucemia, trate de identificar cambios mentales sutiles durante la entrevista o incluya un par de preguntas inteligentes para evaluar el estado cognitivo.
3. ¿Considera necesario reforzar los servicios de atención primaria con consultas de apoyo de neurología o geriatría para confirmar los diagnósticos de deterioro cognitivo o los trastornos neurocognitivos mayores?
La mayoría de los pacientes con deterioro cognitivo necesitan una evaluación diagnóstica temprana que garantice:
Acceso rápido a un especialista familiarizado con la evaluación cognitiva y la identificación de las causas más comunes de deterioro cognitivo, especialmente aquellas potencialmente reversibles (puede ser un geriatra, un neurólogo o un internista).
Acceso a investigaciones complementarias básicas de sangre.
Acceso a un estudio de neuroimagen (TC o IRM).
La forma de organizar este proceso asistencial y el lugar deben ajustarse al contexto socio-sanitario local. Siempre es preferible acercar lo más posible la atención al ámbito geográfico del enfermo y seguir protocolos de actuación bien diseñados.
4. ¿Podría hablarnos de algunos de los mitos más extendidos con respecto al funcionamiento del sistema nervioso en las personas mayores?
Hay muchos mitos o falsas creencias sobre el funcionamiento del sistema nervioso y su envejecimiento. Los más populares están en el área de la neurobiología y la psicología. En mi opinión una persona inteligente y con juicio propio, aunque no sea profesional el área, en general no demoraría mucho en negarlos. Por ejemplo: los ancianos no pueden aprender cosas nuevas; es inevitable que los ancianos pierdan la memoria; una vez lesionado el cerebro no puede recuperarse. Sin embargo, como neurólogo práctico, presto más interés a aquellos mitos que pueden repercutir sobre la salud del enfermo, muchos de los cuáles están enraizados incluso en algunos profesionales de salud. Por ejemplo: las demencias son intratables y no vale la pena estudiar a los pacientes; en los ancianos es mejor evitar el empleo de anticoagulantes para prevenir un ictus cardio-embólico por fibrilación auricular; no hay que apurarse en atender un ictus agudo en ancianos ya que los tratamientos de recanalización estarían contraindicados.