Entrevista a Carmina Camarero.
Viuda del doctor Jiménez Herrero, médico y académico ilustre.

“Fernando empezó como médico rural, en una época en la que no se había definido aún la Geriatría y él fue uno de los precursores de la especialidad en España y pionero absoluto en Galicia”

Carmina con Miguel Ángel Vázquez en la residencia donde vive en A Coruña

El 29 de marzo de 2007, con casi 83 años de edad, falleció Fernando Jiménez Herrero, destacado médico natural de la localidad asturiana de Noreña, que desarrolló la mayor parte de su actividad profesional en Galicia.

Licenciado y doctor en Medicina-Cirugía por la Universidad Complutense de Madrid, se formó en Medicina Interna y Geriatría, entre los años 1949 y 1951, de la mano de tres destacados profesores de aquella época: Marañón, López Ibor y Vallejo Nájera. Ya en Galicia, y tras haber ingresado en el cuerpo de médicos titulares -en1950-, el doctor Jiménez Herrero ejerció su labor profesional, primero en el municipio de Oleiros, donde llegó a ser alcalde, y luego en A Coruña.

Jiménez Herrero se dedicó con gran vocación a la Geriatría, de hecho creó el primer servicio de esa disciplina en la Cruz Roja coruñesa, el cual dirigió hasta 1988. También, y desde 1971, fue geriatra del primer Hogar del Pensionista que se estableció en España: el de A Coruña. Y prestó sus servicios en las residencias de ancianos de Oleiros, en la del Padre Rubinos y en la de Meu Lar, en muchas ocasiones de forma altruista.  Para la Sociedade Galega de Xerontoloxía e Xeriatría es una figura muy relevante, puesto que fue uno de los promotores de la entidad en 1988.

Hay muchos más detalles que abordar, pero para recordar la figura de Fernando Jiménez Herrero, quien mejor que su viuda, Carmina Camarero.

Es una mujer con mucha fuerza. A sus 90 años conserva una vitalidad y una energía envidiables. Vive en la residencia de las Hermanitas de A Coruña, en un apartamento en el piso superior, tiene una bonita terraza con vistas fantásticas y toda la comodidad que necesita. Sin embargo, a veces se siente sola, sobre todo durante esta dura pandemia. Carmina recuerda con tristeza como tuvo que permanecer aislada en su habitación sin apenas contacto con nadie.

Ella nos habla sobre su día a día y sobre su marido.

¿Cómo era a nivel profesional Fernando Jiménez Herrero?

Fernando fue, sobre todo, un médico humanista. Disfrutaba mucho escribiendo libros, hay muchas publicaciones suyas. Empezó como médico rural, en una época en la que no se había definido aún la Geriatría y él fue uno de los precursores de la especialidad en España y pionero absoluto en Galicia.

Recuerdo que en aquella época asistíamos a los congresos de Geriatría y eran muy familiares, porque sólo íbamos diez o doce parejas. Eran muy entretenidos, los geriatras llevaban a sus mujeres y mientras ellos escuchaban las conferencias y seminarios, para nosotras también había actividades paralelas. Mi marido siempre estuvo muy vinculado a estos encuentros. Él fue presidente del primer congreso europeo de Geriatría que hubo en España, que se celebró en Madrid, y del primero que se celebró en Galicia, en Santiago.

De hecho participó en la fundación de la Sociedade Galega de Xerontoloxía e Xeriatría, ¿verdad?

Sí, él fue una de los médicos que la fundaron. Junto con el doctor Luis Rodríguez Míguez, el doctor Pérez Martín, el doctor Andrés Vázquez y el doctor Miguel Ángel Vázquez celebraron en 1988 una reunión en Ourense, que dio lugar a la constitución de la Sociedade Galega de Xerontoloxía e Xeriatría. Al año siguiente, en 1989, tuvo lugar la Primera Reunión Anual en el Gran Hotel de La Toja, y unos años más tarde, Jiménez Herrero organizó un Congreso en Santiago. También perteneció a la Real Academia de Medicina y Cirugía de Galicia, fue miembro numerario de ella desde 1973 y titular del sillón de Geriatría.

Además, era muy polifacético, le gustaba mucho la docencia. Fue profesor de Geriatría en los cursos de doctorado de las Facultades de Medicina de Santiago de Compostela y la Complutense de Madrid y profesor de Enfermería Geriátrica en la Escuela Universitaria de Santiago y en la del Hospital Juan Canalejo de A Coruña.

Por temas de formación viajaba mucho, a Brasil, a Argentina,… donde impartía cursos y conferencias.

¿Cómo fueron los primeros años de su carrera profesional?

Jiménez Herrero empezó como médico rural. Cuando acabó la carrera, sacó una oposición y le destinaron a Laza, en Ourense. De aquella era una aldea remota y con pocos medios, nosotros en casa no teníamos ni agua corriente, no s bañábamos en el río. Unos años más tarde nos trasladamos a un pueblo de Asturias, y después, tras sacar otra oposición Fernando, nos fuimos a Coruña. Allí es donde empezó a centrarse en la Geriatría.

Antes comentaba que Jiménez Herrero era muy aficionado a escribir

Sí, le gustaba mucho escribir, sobre la vejez en el Quijote o en Goya. En la Voz de Galicia escribía un artículo todas las semanas, y también publicó varios libros. Además fundó la revista de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología y fue director de ella, de hecho sigue siendo director honorario.

Y también tuvo muchos reconocimientos

Es cierto, recibió varios galardones a lo largo de su vida profesional. Entre ellos, el Premio Nacional de Médicos Escritores y la Medalla de Plata de la Cruz Roja Española. También fue nombrado miembro de honor de las sociedades de Geriatría de Argentina, Brasil, México, Uruguay, Venezuela. Y hay algún reconocimiento más que ahora no recuerdo-

Háblenos de usted, del año pasado y lo que vivió a causa de la pandemia de la Covid-19 y de cómo pasó la cuarentena en la residencia

Durante la cuarentena hice la vida en la habitación recluida, lo que pasa es que mi habitación es como un apartamento, tengo una terraza con vistas muy bonitas, y tengo microondas, televisión, una nevera. Y así me fui arreglando.

En la residencia permitían que una persona externa al centro me hiciera la compra y me la dejaba en recepción. Así, si no quería comer lo que había en el menú, yo tenía cosas en mi cuarto.

Durante la pandemia, unos días lo llevé mejor y otros muy mal. Aquí hubo casos en las tres oleadas, nunca estuvimos muy mal, pero sí hubo personas que enfermaron y usuarios que murieron. En la residencia nos hacían pruebas a menudo y ahora estamos ya todos vacunados, y aún así nos siguen haciendo pruebas PCR cada dos semanas.

Entre el teléfono, la tablet y la televisión, se me fueron pasando los días, pero había algunas veces que me sentía muy sola. Las temporadas en las que nos dejaban salir al jardín era más entretenido, pero de todas formas, yo procuré no tener apenas contacto social, porque tenía miedo a contagiarme.

Visitas no podíamos recibir y eso se llevaba mal, porque te sientes muy sola. Las personas mayores tenemos mucha soledad. Yo soy muy independiente, siempre lo fui, y llevo mejor estar sola, pero los mayores suelen sufrir mucha soledad. A mí me ayudaba el teléfono, el WhatsApp y que juego por internet con mis amigas.

Y su día a día, ¿cómo era?

Soy una privilegiada, la verdad, me levanto tarde y desayuno en la habitación de lo que tengo yo, después me arreglo y leo el periódico. También hablo mucho por teléfono, eso me salva de sentirme muy sola, porque me ayuda a estar en contacto con el mundo. Ahora ya no hay tantas restricciones, pero me sigo usando mucho el teléfono, me hace sentirme más acompañada.

Por las tardes juego al Bridge en la tablet por internet, con compañeras que ya tenía, con las que jugaba antes. Como comenté antes, durante la cuarentena era lo que más me entretenía, todas las tardes tenía partida por videoconferencia. Y por la noche también ceno en la habitación, el comedor está enfrente, así que voy y cojo lo que me apetece comer y lo llevo a la habitación.

Pero ahora ya están todos vacunados y hay menos restricciones.

Sí, ya podemos salir con más libertad, yo voy al dentista, a la peluquería, a pasear,… En teoría podemos salir dos días a la semana y durante dos horas, pero a veces a algunos residentes nos dejan un poco más. Las visitas ya están permitidas, por lo que ya no nos sentimos tan solos.

¿Cómo resumiría este año que hemos pasado?

Fue un año que transcurrió muy rápido, me pregunto cómo es posible que haya pasado un año entero encerrada en la habitación, pero pasó.

Hubo momentos difíciles, desde la ventana veía a veces salir ambulancias o coches fúnebres, y eso impresionaba mucho. También nos traían la comida como en los hospitales, en una bandeja, y eso yo no lo llevaba muy bien.

Sin embargo, me dio mucho ánimo la lectura, leo mucho, hago crucigramas, me entretengo jugando por internet, y así se me pasaba el tiempo. Ahora el ambiente es muy tranquilo, todo se ha normalizado y estamos mucho mejor.

Autora: Cristina Villanueva