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La vocal de la SGXX y trabajadora social, Trinidad Viña en su ponencia

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El curso tuvo un gran éxito de convocatoria cubriendo todas las plazas, que tuvieron que ser ampliadas, al poco de ser convocadas

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Trinidad Viña protagonizó dos ponencias sobre actuaciones de riesgo en la atención de las personas mayores y la Atención Centrada en la Persona

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El curso sirvió también para debatir diversos temas de actualidad en el ámbito del trabajo social y la gerontología

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

(Santiago de Compostela, 27/11/2016).- El envejecimiento actual, fenómeno con particularidades nunca antes vistas en la historia de la humanidad, no es malo en sí mismo, todo el mundo quiere vivir más y mejor. Pero sí supone un gran reto que precisa a su vez de nuevas herramientas para atenderlo con éxito y de forma beneficiosa para toda la sociedad.

Así lo promulgan desde hace tiempo entidades como la Sociedade Galega de Xerontoloxía e Xeriatría (SGXX) que recuerda que en España residen 8.701.380 personas mayores de 65 años, el 18,7 por ciento de la población. En Galicia, 661.296 de un total de 2.720.668 habitantes, es decir, su 24,3 por ciento, el índice más alto de todo el Estado.

Y la tasa de crecimiento anual de este grupo poblacional crece en un 2 por ciento hasta 2050 en el que habrá más de 15 millones de mayores en el país, el 32 por ciento de la población.

Esta nueva situación requiere pues un nuevo enfoque en todos los ámbitos relacionados con las personas mayores. Uno de ellos es el modelo de atención que rige en residencias y viviendas institucionales públicas y privadas.

En la segunda jornada del Curso de Traballo Social e Xerontoloxía Sociosanitaria. que la entidad celebró junto con el Colexio de Traballo Social de Galicia (COTSG) el pasado 26 de noviembre en Santiago de Compostela, la trabajadora social y vocal de la SGXX, Trinidad Viña, dejó claro que el modelo de atención en este ámbito vigente hasta ahora -modelo centrado en el servicio- se ha demostrado incapaz ante los nuevos cambios y realidades del envejecimiento y las personas mayores. Especialmente aquellas con deterioro cognitivo o dependencia leve y trastornos neurodegenerativos.

Por eso cada vez son más los profesionales del sector que proponen y dirigen la puesta en marcha en muchos casos del modelo de Atención Integral Centrado en la Persona o ACP en el que “usuarios y usuarias son el centro de la atención profesional con cambios diferenciados que transforman las residencias en hogares de verdad para las personas mayores” conseguiendo que la atención profesional no se realice a “pacientes o dependientes” sino a “personas” que apoyan en su autonomía, control de su propia vida, el “bienestar subjetivo, la capacidad de decidir y la dignidad personal” hasta el momento final.

Un enfoque que, matiza Viña “pone el acento en los gustos, preferencias y fortalezas de las personas, en contraposición con los tradicionales sistemas de trabajo mas centrados en la organización o en la entidad”. Una de sus principales novedades radica en que “normalmente la persona usuaria de un servicio tradicional se adapta a las condiciones, actividades y forma de trabajar de la entidad que se lo presta” frente a la ACP donde “se trabaja de forma mas personalizada, más flexible procurando que la gente se sienta mas cómoda y a gusto conociendo y teniendo en cuenta lo que ha sido su Historia de Vida, adaptándose en lo posible a su vida estando en su casa”.

En cuanto a los profesionales que lo aplican, comenta esta experta, “significa un cambio importante sobre todo en lo que concierne al personal de atención directa o gerocultura” pues, indica, además de las funciones clásicas de ayuda o acompañamiento en la vida diaria pasan a tener un papel “mucho más importante” como profesionales de referencia de los usuarios, “implicandose en su bienestar psicológico, emocional y social, como un miembro mas del equipo interdisciplinar del servicio”. De hecho, subraya, “se debe contar con ellos para el cambio y por supuesto recibir la formación adecuada”.

Aunque esto no es muy posible en España ni en Galicia donde la ACP está menos instaurado que en otros países europeos o norteamericanos. Además no es del todo conocida ni siquiera en sus beneficios personales, profesionales, institucionales y económicos. Porque, recuerda Viña, “no es un sistema más caro, no tiene porqué, se trata de variar la organización y procurar también una humanización y ambiente agradable en los espacios”. En cada caso, señala, “se busca la mejor manera de aplicarlo, los efectos en las personas se valoran en un corto espacio de tiempo y suelen ser positivos, mas que en otra anterior línea de trabajo”.

En nuestro país, indica “ya existen centros que estudian y adoptan la ACP cada vez más profesionalizado por las influencias de EEUU o países nórdicos” si bien ya hay entidades que en España impulsan su difusión y material formativo. Actualmente la Junta de Castilla y León lo está implantando en sus centros públicos, y otros centros privados en distintos puntos de la geografía española están sumándose a esta iniciativa, su estudio, investigación y puesta en marcha como la Fundación Pilares para la Autonomía Personal y la Fundación Matia.

La vocal de la SGXX reconoce que “en Galicia, como en muchos otros ámbitos del sector, vamos con un poco de retraso, pero ya hay algunos centros privados , y también del Consorcio Galego de Benestar, que comienzan a trabajar en esta línea, e incluso se encuentran en distintos momentos de su recorrido” pues, aclara, “si una institución empezó de otra manera, necesita tiempo y formación para ir realizando cambios” y los ya asumidos, asegura “deben ir adaptándose en función de sus recursos, como la filosofía de la dirección, cambios en los entornos, formación de profesionales, etc.” o “crear herramientas y espacios donde la persona mayor o sus familias si ellos no pueden participen en las decisiones del día a día que les conciernen”.

Beneficios para mayores, familias, profesionales e instituciones 

Entre los beneficios que este nuevo modelo puede aportar a las personas mayores, Trinidad Viña, coincide con otros autores y organizaciones en que “mejora su calidad de vida al disponer de un gran bienestar subjetivo y mejor estado de ánimo, autonomía y dependencia” y también “un mayor sentimiento de satisfacción con la atención recibida, una mayor implicación en su plan de atención”. Las familias, continúa, “facilitan y animan con la presencia y colaboración en muchos de los cuidados, aumentan su confianza hacia el lugar en el que viven y sus profesionales y mejoran la relación tanto con la persona mayor como con la institución donde vive y se previenen dificultades”. A eso suma que “se sienten más satisfechas con la atención que su familiar mayor recibe”.

A los profesionales les aporta “dignidad y cualificación de su trabajo asistencial”. Genera en los equipos de atención motivación, ilusión y mayor autoestima profesional, favorece los procesos de mejora e innovación, visibiliza, refuerza y ponen en valor actitudes profesionales positivas e incluso las buenas prácticas y buen trato. Se comparten logros, responsabilidad y alternativas para subsanar errores o fallos que pasan a ser exclusivos de ellos y genera la creación de espacios donde cooperar y comunicarse con usuarios y usuarias, con las familias y otros profesionales.

Por último con este modelo de ACP en la organización que la adopta se mejora en general la atención a la persona usuaria, el ambiente laboral, la toma de decisiones colectivas, el burn out o síndrome de quemado y el absentismo profesional.

Promueve instituciones más cordiales y receptivas a los cambios, la participación, la labor en equipo y el intercambio. Minimiza los problemas con las personas mayores y sus familias y ofrece un modelo referente de atención que evita las prácticas inadecuadas en las que, además se previene el maltrato y se facilita la coordinación con los recursos comunitarios.

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