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(Victor Sariego, 12/4/2017).- El pasado 11 de abril se conmemoró el Día Mundial del Párkinson. Una enfermedad cuya investigación cumple este año su 200 aniversario tras la publicación del estudio “An Essay on the Shaking Palsy” del Dr. James Parkinson en el que menciona por primera vez la “parálisis agitante”.

Si bien existen diversas terapias que abordan la enfermedad ninguna de ellas ha cambiado de momento su evolución. Su objetivo había sido hasta ahora desarrollar en laboratorio neuronas de dopamina, que se destruyen en la persona enferma a medida que avanza la enfermedad, para trasplantarlas al cerebro dañado.

Sin embargo, en la actualidad, un grupo de investigación del Instituto Karolinska de Estocolmo dirige un estudio en el que ha creado estructuras muy parecidas a las dopaminas, neuronas que se destruyen a medida que avanza la enfermedad, al tratar células cerebrales no neuronales combinadas con ciertas moléculas específicas. Pero con un enfoque diferente que evitaría el tradicional trasplante de células: trabajando con varios genes decisivos en la producción de dopamina, descubrieron cuatro que, combinados con determinadas moléculas, transforman la programación de las células cerebrales denominadas astrocitos en otras semejantes a las dopaminas.

Como explica la revista Nature Biotechnology donde se publicó el estudio, el equipo investigador ha anunciado que ha logrado éxito en las pruebas desarrolladas en laboratorio con ratones, aunque serían necesarias más investigaciones antes de plantear este nuevo enfoque en el ensayo con seres humanos.

El párkinson en España

Según la Fundación Española de Neurología, la Fundación del Cerebro y la Federación Española de Parkinson entre otras, en España existen entre 120.000 y 150.000 personas con párkinson y se detectan unos 10.000 casos cada año. Estos son términos estimativos porque, como demandan y advierten la mayoría de entidades y asociaciones que trabajan en el ámbito de la enfermedad, aún no se dispone de estudios epidemiológicos concretos.

Y, frente a la imagen popular establecida de forma estereotipada, no todas las personas que lo padecen son mayores: el 20 por ciento de todos los casos corresponden a personas con menos de 40 años.

Así, según el “Informe sobre el impacto social del párkinson en España” de la Fundación del Cerebro (de 2013), el número variaría entre 87.833 y 396.976 personas.

Las causas que generan la enfermedad, que no tiene cura, son desconocidas y las terapias existentes se destinan a atenuar y ralentizar los síntomas, así como a mejorar la calidad de vida de las personas que la padecen.

Dado que la enfermedad afecta de manera individual y diferente en cada caso, con distintos síntomas, respuestas, necesidades farmacológicas y socio sanitarias y con distinto ritmo de evolución, los tratamientos y las atenciones deben ser personalizadas.

Además la enfermedad de párkinson, al igual que ocurre con otras, afecta no solo a quien la padece y en multitud de ámbitos, sino también a todo su entorno familiar y social.

El abordaje actual del párkinson se realiza a través de la prevención, diagnóstico y tratamiento. A ello hay que sumar la investigación, trascendental si se desea mejorar dichos procesos. Labor complicada en los últimos años debido a la escasez de recursos destinados y los cambios o políticas socio económico sanitarias no adecuadas.

Imagen discriminatoria

Un problema añadido es la estigmatización, los estereotipos negativos o la discriminación que aún persisten entre algunas personas, también jóvenes, respecto a la enfermedad. En ciertas redes sociales aún se pueden ver este mismo año mensajes, públicos, como estos:

“No sé qué es peor: haber firmado con mi nombre o el parkinson que tenía en ese momento… “ (una chica joven explicando la vergüenza y los nervios que pasó ante una prueba anónima intrascendente).

“Creo que es el momento de actuar como un niño con parkinson y lepra”.

“¿Pueden explicarle a su amigo que es un asco verlo desnudo y con parkinson encima?”

© Víctor Sariego

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